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En primer lugar, diferenciemos los tipos de protectores:

Conteras:  fundas de plástico o de goma para cubrir las patas de sillas y mesas. Protegen el suelo de rayas o arañazos y reducen el ruido al mover los muebles. Pueden ser interiores (de material rígido que facilita el movimiento) o exteriores (de material flexible, con cierta función antideslizante) en la pata del mueble.

Fieltros: piezas de tejido de lana o sintético que se colocan bajo las patas de los muebles y están indicados para proteger el suelo de posibles rayas o arañazos. También silencian el ruido cuando arrastramos o movemos muebles.

Patines: pequeñas piezas que se colocan en la base de objetos pesados para desplazarlos sin apenas esfuerzo. Están disponibles en varios materiales (plástico, fieltro, metal o PTFE) según su uso.

Almohadillas: placas de caucho que reducen significativamente el ruido y amortiguan las vibraciones de los electrodomésticos. También son ideales para proteger el suelo en el almacenamiento y manejo de equipo pesado. Se pueden usar tanto en interior, como en exterior de la casa.

Según el tipo de suelo o superficie, es mejor aplicar un tipo u otro de protector:

En suelos duros es conveniente utilizar protectores y deslizantes blandos, con el fin de no rayar el suelo y sobre todo causar menos ruido. Ejemplos: cemento, hormigón, mármol, granito, cerámica, losas, madera, parqué o suelo laminado.

En suelos blandos en cambio, es mejor aplicar protectores y deslizantes duros para garantizar que el mueble se desliza cómoda y eficazmente. Ejemplos: moquetas, suelos sintéticos (vinílicos, revestimientos de caucho, linóleo o corcho).

¿Qué usar en cada caso?